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La habilidad de comunicarse en un nuevo idioma es más que un simple ejercicio lingüístico; nos adentramos en una nueva realidad cultural muy diferente a la que nos hemos criado y que, de manera curiosa, puede influir en los aspectos más profundos de nuestra personalidad.

Existen diferentes factores tales como: el lugar donde lo aprendiste, la forma en que lo utilices y la cultura del país. Estos aspectos marcan un punto de inflexión y hacen posible que cuando hables en otro idioma sientas que no eres la misma persona.

La Realidad Cultural de cada país. Su influencia.

La conexión entre lenguaje y cultura es innegable. El idioma no es simplemente un conjunto de palabras con un sonido característico, sino un espejo que refleja las costumbres, los valores y las formas de pensar de una comunidad. La forma de hablar ese idioma refleja una imagen determinada. La absorción diaria de estas nuevas perspectivas puede moldear gradualmente nuestra personalidad, ampliando nuestro entendimiento del mundo.

Estilo de comunicación.

Cada idioma tiene su propio ritmo, tono y estilo de comunicación. Al adoptar estos matices lingüísticos en nuestras interacciones cotidianas, comenzamos a adoptar una forma de expresarnos que puede redefinir nuestra manera de comportarnos y por ende, cómo nos perciben los demás.

Pensar en otro idioma.

Procesar y pensar en otro idioma implica más que simplemente traducir palabras; implica cambiar completamente de perspectiva, tanto que cuando dominas ese idioma tu mente únicamente puede pensar en el lenguaje aprendido y lo que este conlleva. Esta manera de adaptarnos mentalmente también puede influir en cómo enfrentamos desafíos y tomamos decisiones, es decir, nuestra manera de comportarnos.

Conocer más una cultura ayuda a aumentar su empatía por esta.

Aprender otro idioma y pensar en una lengua distinta a la natal, implica sumergirse en las complejidades emocionales y sociales de otra cultura. Esta conexión puede fomentar la empatía, cambiando la forma en que nos relacionamos con los demás y cómo respondemos a sus experiencias.

Así pues los multilingües pueden perfectamente adoptar personalidades distintas en función del idioma que hablen. El aprendizaje de un nuevo idioma no solo es una adquisición de habilidades comunicativas; es un viaje hacia la expansión de la identidad y la apertura a nuevas formas de ser ayudando a comprender y a entender mejor la cultura arraigada en cada país o región.